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A través de la historia de la humanidad, el teatro, y más concretamente el teatro de muñecos, ha estado presente en la formación del hombre y en su elevación espiritual.


Los Misterios de Eleusis o la producción dramática de Esquilo dan buena prueba de ello, aunque con el correr del tiempo y la decadencia de la civilización se haya perdido el sentido mágico que este Arte ejercía sobre el público.

Bid Baird cuenta un mito acerca del nacimiento de la máscara, que ocurrió hace quince o veinte mil años en las profundidades de las cavernas; un chamán se inclina sobre la cabeza de una vaca. Las paredes de piedra de la caverna están cubiertas de pinturas representando animales. Una corte de bisontes, vacas, caballos y toros gigantes se mueven en ella. El chamán, que sabe interpretar los signos y presagios y comunica con las Divinidades y los Demonios del Mundo Invisible, hace un agujero en la cabeza de la vaca desde la articulación de la mandíbula hasta el cráneo, creando así la primera máscara.

En todas las civilizaciones y continentes existen, como piezas arqueológicas, máscaras que representan personajes, héroes o divinidades, y que fueron utilizadas para transmitir algo al público, como la máscara precolombina de Tumaco en Colombia, la ritual de Mongolia, la del teatro Noh en Japón, la de madera hindú, la ritual de los boining, o la de arlequín realizada en cuero por la commedia Dell'Arte. Y en el Museo del Louvre se encuentra una cabeza de chacal muy antigua, de terracota articulada, que proviene de Egipto.

Remontándonos a lo que quizás fueran los comienzos del teatro de marionetas, encontramos otra interesante pieza. Se trata del diminuto teatro de figuras articuladas que se encontró en Antinoé, ciudad construida junto al Nilo por el Emperador Adriano. Se trata de una cabina montada sobre una barca plana de madera. Dos puertas de marfil se abren para revelar una escena en el interior, con dos columnas que sujetan un triángulo. Aún se pueden ver restos de cuerdas que servían par mover figurillas articuladas de marfil. Este teatro estaba destinado a expresar un rito mágico y religioso.

Herodoto en el siglo V a.C. también habla de figurillas articuladas movidas con alambres. Cita una figura de la fecundidad que era llevada en procesión por los egipcios en las festividades en honor a Osiris.

En el Museo Ermitage de Leningrado hay una figura de terracota que también representa la fecundidad y que podría haber sido exhibida en ceremonias en honor a Osiris. Tiene 25 cms. De alto, en la mano derecha porta un sol estilizado y en la izquierda una espiga de trigo. Debajo de la ropa están atadas las piernas, que fueron movidas por cuerdas.

Luciano de Samosata, seiscientos años después que Herodoto, habla de un oráculo en honor a Júpiter Amón en Heliópolis. La estatua debía moverse para hablar al público participarle de los Misterios. Para ello los sacerdotes movían la estatua, que contestaba a las súplicas y ruegos. Herón de Alejandría explica cómo un complejo sistema conseguía mover la figura. El propio Herón tenía un teatro con mecanismos automáticos que representaba un drama de un incendio, una tempestad y un naufragio. En él se veía a la flota griega regresando de Troya.

Jenofonte hace una descripción de una visita suya en el año 422 a .C. a la casa del ateniense Callias. Este tenía contratado un marionetista de Siracusa para distraer a sus huéspedes.

Aristóteles, para explicar la simplicidad con que el Creador gobierna el Universo, dice que todo lo que es necesario es un acto de voluntad, lo mismo que se manejan las marionetas tirando de un hilo a voluntad del marionetista.

El médico Golien compara los hilos de las marionetas a los músculos del hombre. Platón ve en ellos el empuje enfrentado de sus pasiones. Horacio en sus sátiras compara la falta de voluntad del hombre a la sumisión de la marioneta que obedece a los caprichos del manipulador. Más tarde Marco Aurelio hará también la misma comparación.

En la antigua Mitología hindú, Adi-Nat, la primera marioneta, sale de la boca de Brama, el Creador. Es el origen más honroso que se ha dado de este Arte. Incluso se cree que el teatro de muñecos es más antiguo que el teatro humano, pues éste estaba prohibido y se consideraba un presagio de la muerte. Este tabú no incluía al teatro de marionetas, por lo que éste era el medio por el cual se representaban los Misterios. Los primeros teatros de marionetas se inspiraban en los poemas épicos sánscritos, el Mahabharata y el Ramajana.

En Indonesia, en Java y Bali el teatro de marionetas y el teatro de sombras fueron utilizados igualmente para las ceremonias religiosas.

En China, donde también es importante el teatro de sombras, durante la Dinastía Tcheou , mil años antes de Cristo, el Emperador Mou trae de Asia Central los materiales y artesanos necesarios para la construcción de marionetas que se utilizarán luego para presentar danzas rituales y ceremonias.

En Japón, en el siglo XVII o XVIII, las marionetas son importadas de Corea. Japón inventa un estilo de muñeco original, el Bunrako .

En el siglo XVI en Venecia, en la plaza de San Marcos, se utilizaba el teatro de marionetas para representar desfiles de la última moda traída de París, hasta que la Iglesia Católica , asustada o molesta, comenzó a combatir esta costumbre hasta desterrarla.

En Italia la marioneta se llama Pulchinella, nombre que deriva de Paulo Ginella, que fue el primer marionetista que presentó este tipo de muñecos en Nápoles.

En esta época en Europa se comienza a escribir y a componer obras para marionetas. Mientras los títeres se dejan especialmente para el pueblo, otra clase de marionetas se realiza para la nobleza. Cuando la ópera comienza a tomar forma en Italia, el arte de las marionetas también se impone. La primera ópera para marionetas fue escrita por Acciajuoli, célebre diseñador, matemático y poeta que en 1670 debutó en Florencia y durante doce años recorrió toda Italia con su espectáculo.

Cuando Lully introdujo la ópera en Francia, la marioneta no tardó mucho en imponerse. El compositor alemán Gluck también compuso una ópera para teatro de marioneta con el fin de divertir a sus protectores.

En el año 1716 el Príncipe Esterházi de Hungría encargó a su protegido Josef Haydn la dirección del teatro de marionetas. Haydn compondrá luego siete óperas para marionetas de las que sólo se conservan dos: Philemon und Baucis de 1773 y El Incendio de 1775/78.

Goethe sentía gran admiración por el teatro de títeres. Para escribir la obra que lo inmortalizó, Fausto, se inspiró en una representación de títeres que había visto en Frankfurt cuando era niño de un texto de autor anónimo del año 1587 titulado “Historia del doctor Juan Faust, célebre mago y hechicero”.

La denominación de “marionetas” tuvo su origen en Francia. La primera mención del nombre se encuentra en el libro Sereés , de Guillermo Bouchet, en 1584. El nombre deriva de Marion, diminutivo de María, y podría haber nacido del uso de estos muñecos para explicar los pasajes de La Biblia .

En Francia la marioneta tuvo grandes admiradores, tales como Sara Bemhardt, Voltaire, Delacroix, Balzac, Alfred de Musset o George Sand, quien en su castillo de Nohant asiste en 1847 a la primera representación del Theatre des Amis, creado por su hijo Maurice Dudevant Sand y Eugene Lambert. Este teatro tuvo su apogeo hacia el año 1872, presentando obras para la élite del público adulto.

Es Lemercier de Neuville quien creó los pupazzi para entretener a su hijo enfermo. Recortó dibujos de Carjat y los pegó sobre maderas. Gustavo Doré se entusiasmó con la idea y aportó sus valiosos dibujos para que fueran animados.

En 1888 el literato Enrique Signoret estrenó en la galería Vivianne , con el Petit Theatre , la obra de Cervantes El guardián vigilante y Los pájaros de Aristófanes, que el público recibió con gran entusiasmo. Anatole France dijo de este espectáculo; “Estas marionetas se parecen a jeroglíficos egipcios, es decir, a ese algo misterioso y puro… y cuando representan el drama de Shakespeare o de Aristófanes, creo ver el pensamiento del poeta desarrollarse con caracteres sagrados sobre las murallas de los templos”. Esta cita aparece en el libro Títeres sombras y marionetas de María del Carmen Shell.

En España los títeres inspiraron a Miguel de Cervantes a incluir en su inmortal obra, Don Quijote de la Mancha , el retablo de Maese Pedro con la historia de Don Gaiteros y su esposa Melisendra. El títere en España ha servido también para difundir obras de la Literatura clásica como las de Juan de la Encina o Lope de Vega.

En Inglaterra, hasta el siglo XVI aparecían en los templos crucifijos y madonas cuyos ojos y miembros eran movibles. Con ellos representaban pasajes de la vida y episodios de la pasión de Cristo. Pasado el tiempo continuó haciéndose fuera de las iglesias, acentuándose más esta costumbre cuando en el siglo XVII fueron abolidos todos los teatros de Inglaterra acusados de ejercer una influencia corruptora. Fue una gran oportunidad para el teatro de marionetas, que amplió su repertorio con temas como El Arca de Noé, San Jorge y el Dragón o la Creación.

En las obras de Shakespeare se encuentran muchísimas referencias, y Lord Byron sentía tal admiración por este Arte que llegó a decir: “El que no ama a los títeres no es digno de vivir”. Se cree que Milton se inspiró, para escribir El Paraíso Perdido , en una representación de muñecos de Adán y Eva. Martín Powell, instalado en una pequeña galería de Covent Garden junto a la iglesia de San Pablo, al iniciar la iglesia la ceremonia religiosa, ofrecía una representación del Arca de Noé cuando comenzaban a sonar las campanas llamando al culto. En el espectáculo aparecían Noé y su familia y gran cantidad de animales en parejas. El éxito fue tan grande que la gente dejaba de asistir a los oficios religiosos. Por ello, la Iglesia lo hizo expulsar del lugar.

También en Estados Unidos los títeres fueron utilizados por los indios, hopi , los cuales eran muy hábiles en tallar y pintar muñecos, que vestían con telas de colores brillantes y adornaban con plumas. Utilizaban los títeres y máscaras en sus ritos, como el de la fiesta de la serpiente. Representaban leyendas al aire libre cuyos temas versaban sobre el trigo, el maíz y otros cereales.



Experiencias Directas



Como se deduce de lo expuesto, el teatro de marionetas ha sido a través del tiempo y desde las épocas más remotas, un medio de expresión que ha servido para unir lazos entre el hombre y los elementos simbólicos y arquetípicos de la Naturaleza , valiéndose de un simple muñeco que le ha sabido hablar al alma.

En la actualidad encontramos un teatro de muñecos vacío, donde es más importante la técnica y los materiales que el contenido, donde la Belleza ha sido reemplazada por la extravagancia y la Idea por la búsqueda de lo absurdo. La decadencia ha llegado también al títere, no porque haya pocos grupos que se dediquen a este arte, sino porque ha dejado de ser una manifestación de lo sublime que llega a la materia para transformarse, salvo honrosas excepciones, en materia vacía que no logra comunicar con lo elevado.

Experiencias realizadas con niños que dibujan lo que viven después de asistir a una función de marionetas, reflejan un enriquecimiento de la imaginación. Una experiencia piloto en que se representó la obra Platero y Yo de J. R. Jiménez, dónde sólo aparecían el autor y Platero en títeres de guate sobre un biombo neutro con cámara negra y sin ningún elemento escenográfico, mostró en los dibujos de los niños la belleza del texto, donde los muñecos y la música habían logrado crear las imágenes con las que el niño completaba su dibujo incluyendo multitud de elementos ficticios.

Utilizar el teatro de títeres en la escuela de hoy como medio auxiliar de pedagogía exige del Profesor una cualificación mayor, un método global de enseñanza, lo que ayuda a formar individuos bien adaptados que aprenden desde la infancia a desarrollar sus propias facultades latentes.

El arte del títere y la marioneta constituye un lenguaje universal donde todas las Artes están presentes. El mismo niño tendría que aprender a hacer títeres, porque cuando modela, sin saberlo, está haciendo Escultura, cuando dibuja está haciendo Pintura, cuando representa tras el decorado está haciendo Oratoria, cuando diseña un ambiente histórico está haciendo teatro y decoración, cuando escribe o adapta un guión está haciendo Literatura, cuando compone está creando Música y cuando se mueve con su muñeco está realizando Expresión corporal.

Cuando el niño realiza títeres, se encuentra con su Yo interior, se olvida de lo intrascendente. Es misión del educador crear el clima donde esto se pueda dar.

Un Delegado cultural de la ciudad de Catamarca en Argentina recordaba con placer el espectáculo de marionetas que había visto cuando era niño, donde una bailarina clásica interpretaba El Lago de los Cisnes de Tchaikowsky. Aquella secuencia casi mágica lo había llevado a presentar, muchos años después, desde su puesto de Delegado de Cultura, marionetas para los niños.

El títere es el viejo sueño del hombre que recrea la vida por medio de este Arte de miles de facetas con las que el realizador se encuentra consigo mismo.

Una niña de ocho años, después de ver una función escribió: “Cuando veo títeres, pasa por mi corazón como un hilo de oro”. ¿Será el hilo que une lo visible con lo invisible.



Irene Melfi



Bibliografía

J.A. Livraga. El Teatro Mistérico en Grecia. La Tragedia

Maria del Carmen Shell. Títeres sombras y marionetas.

Bild Baird. El arte de las marionetas.

Los grandes compositores. Tomo I, Ed. Salvat.

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