Cuevas

Poblado Íbero de Puente Tabla, Jaén

Entre los siglos VII al III a.C. en esta zona junto al río Guadalbullón, afluente del Guadalquivir, vivían los aborígenes del lugar. En ese tiempo recibieron influencias de los griegos, que venían por el norte, y de los fenicios, que llegaban a las costas mediterráneas, internándose hasta llegar a esta zona estratégica, por ser vía natural de comunicación y tener tierras para cultivo de cereales y otros alimentos.

Con esa influencia de estas dos culturas, la griega y la fenicia, es como se desarrolla la cultura propiamente Íbera, que llegará a abarcar desde el sur de Portugal, Andalucía, Levante, Cataluña y parte del sur de Francia. Es este un Oppidun exclusivamente íbero, esto es, que no fue romanizado.

La puerta del Sol

Después de pasar la muralla, se encuentra una puerta monumental que fue construida en el S. V o finales del IV a.C. y está orientada exactamente al este. En el corredor de 14,50 metros antes de llegar a donde estaba la puerta, hoy desaparecida, los arqueólogos que realizaron la excavación encontraron dos mandíbulas de cerdas preñadas, luego hallaron en un primer nivel dos mandíbulas más y en un tercer nivel tres mandíbulas, siendo siete mandíbulas en total. Era parte de un ritual grecolatino, relacionado con la fertilidad y la purificación. Además, a pocos metros de allí, finalizando el corredor, se encuentra la diosa Betatum, actualmente llamada diosa del Sol. Es un Betilo, una representación simbólica de la diosa cubierta por un velo, con las manos sugeridas sobre el vientre y que portaría el disco solar. Al estar alineada con la salida del sol y las mandíbulas de las cerdas preñadas, el primer rayo de sol del equinoccio de primavera y del equinoccio de otoño, iluminaba a la diosa, luego, a los pocos minutos de subir el sol, la puerta hacía sombra a la diosa y dejaba todo el santuario iluminado.

El santuario de las cuevas

En el santuario que se encuentra al pasar la puerta a la derecha, hay en el frente restos de una ventana donde la diosa era colocada en el solsticio de invierno, y allí también los primeros rayos de ese día la iluminaban.

En la parte posterior del santuario hay cuatro cuevas, donde el pueblo podía dirigir sus preguntas a la diosa, como ocurría en el oráculo de Delfos en Grecia, y se pueden ver diferentes elementos para depositar ofrendas. La última cueva tiene claramente una oreja, como símbolo de escuchar lo que la diosa respondía. Los restos del santuario construido en la parte alta del poblado íbero, reflejan la importancia que tenía para los hombres de la antigüedad el contacto con lo sagrado.

Más abajo del santuario se encuentran los restos de las casas con sus patios y por último la casa del Príncipe.

En el año 207 d.C. la gente de este Oppidum se traslada al Cerro de Santa Catalina de Jaén y allí se produce la romanización, como consecuencia de la conquista de la ciudad Íbera de Jaén, en las 2ª guerras púnicas. Desde entonces esta zona no fue habitada, cubriéndose de tierra hasta que en el año 1970 se comenzó a excavar. Es uno de los pocos poblados íberos exclusivos, sin influencia romana, como ocurre con el de Jaén, o el de Almedinilla en Córdoba.

A solo ocho kilómetros del municipio sevillano de Villanueva del Río y Minas, se encuentra el paraje conocido hoy por Castillo de Mulva. Dos eruditos de la Academia de las Buenas Letras de Sevilla son quienes, en 1756, lo descubren con asombro, pues se encuentran ante restos de una poderosa ocupación romana. No será hasta 1957, año en que el Instituto Alemán de Madrid decide realizar una excavación para estudiar ese trozo de historia que revela la perfecta organización de la antigua ciudad que, en su primer periodo pre románico, data del siglo IV a.n.e. y se continúa hasta la época de Augusto. En la época romana se hace un contrato de patronazgo, que aparece en una placa de bronce (Tésera de Hospitalidad), que los Muniguenses realizan con Augusto, por medio del Questor Prospector Sexto Curvio Silvino. El emperador César Augusto Vespasiano (69-79 d.n.e.) la designa Municipio, siendo administrativamente muy importante, y pasa a llamarse Municipio Flavio Muniguense.

El período más floreciente de la ciudad abarca el final del siglo II y el siglo III. En el siglo IV comienza a decaer.

En la parte superior del yacimiento se encuentran los restos del Santuario, que originariamente estaba recubierto de mármol. Su orientación es Este- Oeste. En el solsticio de verano el primer rayo de sol entraba por el centro y por una puerta iluminaba la imagen de la deidad que estaba en la hornacina central. Son siete hornacinas, la del centro y tres a cada lado, donde habría otras tantas deidades. A este Santuario o templo mayor se accede por dos rampas laterales.

En la terraza intermedia, sin quitarle vista al Santuario, se encuentra, en un lateral, un altar dedicado al Dios Mercurio. Según los investigadores se trata del templo de Mercurio mejor conservado de España, porque se mantiene la mesa de ofrendas, la base de una de las columnas, una columna completa de granito, los capiteles y el frontispicio. La mesa de ofrendas es notoriamente grande con relación al templo.

Siendo Hermes-Mercurio Dios del comercio, las comunicaciones y los cruces, se observa en la planta del conjunto de las ruinas, que el templo se encuentra junto al foro, centro de la villa, en la segunda terraza y junto a la calzada romana que da paso al santuario.

El culto al Dios Mercurio fue relevante, puesto que Munigua se relacionaba comercialmente con otros municipios como el de Carmona, Cástulo o Itálica. Del templo de Mercurio solo se ha encontrado una lápida, que se puede ver en el Museo Arqueológico de Sevilla, por lo que se sabe que estaba destinado a esta deidad. Se cree que fue construido en el siglo I por Liberto Ferroni como un exvoto.

En la parte baja del yacimiento se encuentra el poblado y las termas, estas últimas también en muy buen estado de conservación.

Menga

 

Los dólmenes de Viera, Menga y el tholos de El Romeral, se encuentran mirando a la Peña de los Enamorados, nombre con que a partir de la leyenda medieval se designa la que en la antigüedad era llamada la Peña de la Mujer Durmiente que, como la gran Madre Tierra, da cobijo y protección a todos los seres humanos que captan esa energía.

El dolmen de Viera data de 4.500 años. Fue descubierto en 1903 por los hermanos José y Antonio Viera. Presenta un corredor estrecho en dos tramos, de grandes bloques de piedra perfectamente encajados, al pasar una puerta perforada se llega a un recinto cuadrangular donde se colocaba al difunto junto con todo su ajuar.

El dolmen de Menga es probablemente el más importante de Europa por su carácter arquitectónico, presentando un espacio interior realmente asombroso. Fue construido en época Neolítica, hace 5500 años aproximadamente. Recién en 1847, en “Memoria sobre el templo druida hallado en las cercanías de la ciudad de Antequera, provincia de Málaga”, el arquitecto malagueño Rafael Mitjana y Ardison lo menciona por primera vez, suponiendo que es un templo Celta.

Trazando una línea imaginaria entre el dolmen de Viera y la Peña de la Mujer durmiente, esta línea atravesaría el dolmen de Menga y el tholos de El Romeral.

En el atrio del dolmen de Menga lo primero que impresiona es el trilito, dos piedras en forma vertical que sostienen una piedra mayor de cubierta que se calcula pesa 90 toneladas. Detrás está el corredor que presenta cuatro grandes piedras a cada lado, llamadas ortostatos, cubiertas con una losa o cobijo. Este corredor da paso a la cámara funeraria.

Esta cámara mide 6 m por 3,50 m de alto, siendo la medida del dolmen en su conjunto 27,50 m de largo. Los ortostatos de cada lado, que miden 3,50 m de alto más 1,50 m. que se encuentran enterrados, sostienen el techo conformado por una piedra llamada cobija, que hace que este dolmen sea mundialmente conocido por su monumentalidad. Esta cobija, que presenta diferentes grabados, se ha calculado que pesa 180 toneladas. En la cámara funeraria hay un pozo de 19,50 m de profundidad hecho en la roca madre, que presenta escalones en la misma piedra para poder bajar. Hasta la fecha no se han identificado a los constructores del pozo ni su función.

Según el arqueólogo y astrónomo Michael Hoskin, no hay ningún otro dolmen en Andalucía orientado hacia un objeto terrestre, como es la Peña de la Mujer durmiente en cuya barbilla, al abrigo de Matacabras, se encuentran pinturas rupestres de la época, confirmando la existencia de un enclave especial.

El dolmen de Menga es uno de esos espacios sagrados, cargados de la sabiduría y de la vivencia espiritual de los hombres que habitaron esas tierras, y que conocían la fuerza telúrica y celeste de ese enclave mágico que constituye la zona de Antequera.

Bibliografía:

www.hermesinstitut.org

https://repositorio.iaph.es/bitstream/Paisaje_Antequera_Pasado.pdf

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Era una ciudad y se convirtió en un Imperio: el más vasto, majestuoso y soberbio que recuerda la historia de Occidente. No fue una empresa fácil ni preparada desde el principio.

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Cuando escribo estas líneas estamos cerca de pasar el día más corto del año.

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En aquellos primeros días, la llegada de los magos de Oriente es uno de los acontecimientos más destacados y cargados de simbolismo

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Texto de la Conferencia de Fernando Schwarz, antropólogo, filósofo, escritor y especialista en Egipto. Dictada en el Palacio de Abrantes, Granada, 1-10-2009.

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Los solsticios son los momentos del año en los que la posición del Sol sobre la esfera celeste alcanza sus posiciones más boreales o australes.

Los solsticios son los dos puntos en los que el Sol alcanza su máxima declinación norte ( + 23º 26') y su máxima declinación sur (-23º 26') con respecto al ecuador terrestre.

 El eje de la Tierra se encuentra inclinado 23,5º, por lo que los rayos solares caen verticalmente sobre el trópico de Cáncer (verano en el hemisferio norte) o de Capricornio (verano en el hemisferio sur).

 La existencia de los solsticios está provocada por la inclinación axial del eje de la Tierra. En estas épocas del año, la longitud del día y la altura del Sol al mediodía son máximas (en el solsticio de verano) y mínimas (en el solsticio de invierno) comparadas con cualquier otro día del año. Las fechas de los solsticios coinciden con el paso astronómico de la primavera al verano y del otoño al invierno. En las dos posiciones de solsticio, la declinación del sol se mantiene durante varios días casi sin moverse, es decir, con una variación tan mínima que esos días parece repetir idéntica trayectoria. De ahí el nombre de "solsticio", que significa en latín "Sol quieto".  

 ¿Qué pasa exactamente cuando se da este fenómeno? 

 - En las latitudes bajas, (0º a los 23º27' latitud sur) cercanas al Ecuador, el día y la noche tienen la misma duración. La temperatura no varía en gran magnitud, debido a que los rayos inciden casi verticalmente durante todo el año.

 - En latitudes medias (23º27' latitud sur a los 66º23' latitud sur), al ocurrir el solsticio de verano se produce el día de mayor duración y la noche de menor duración.

 - En latitudes altas (66º33' latitud sur a los 90° latitud sur) o zonas polares, los solsticios de verano dan paso a días en que no se pone el Sol. Durante todo el verano las temperaturas son bajas, debido a que la inclinación de los rayos solares es muy oblicua.  

 ¿Por qué se producen las estaciones del año? Porque nuestro planeta gira alrededor del Sol constantemente. Existen dos tipos de movimientos:

 Rotación: es el movimiento que hace la Tierra en un día, o sea cada 24 horas, dando una vuelta completa sobre sí misma, produciendo así el día y la noche.

 Traslación: es el movimiento que hace la Tierra alrededor del Sol, a lo largo de un año. Como consecuencia de esto se producen las estaciones del año: otoño, invierno, primavera y verano. Nuestro planeta está inclinado sobre su eje y durante el recorrido alrededor del sol sus diferentes zonas reciben una diversa intensidad de la luz solar: más fuerte cuando está más cerca del sol y más débil cuando está más lejos. En todo caso, los rayos del sol no llegan parejos a todo el planeta. Las partes que reciben más los rayos del Sol son las regiones cercanas a la línea del Ecuador. Por el contrario, las que menos reciben rayos solares son los Círculos Polares, en los extremos norte y sur de la Tierra.Y es la inclinación del planeta la responsable de que las estaciones que se presentan en un hemisferio y el otro sean completamente opuestas.

TRADICIONES

 En Europa, ante la llegada de los solsticios, y desde tiempos prerromanos, se han realizado diversas celebraciones rituales encendiendo hogueras.

 En el solsticio de diciembre (invierno en el hemisferio norte), se celebraba el regreso del Sol, en especial en las culturas romana y celta: a partir de esta fecha, los días empezaban a alargarse, y esto se asociaba a un triunfo del Sol sobre las tinieblas, que se celebraba encendiendo fuegos. En el solsticio de junio (verano en el hemisferio norte), se pueden citar las famosas hogueras de San Juan, que tienen lugar en la costa española, para celebrar el solsticio de verano. Éstas provienen de festividades anteriores al cristianismo, aunque actualmente se celebren con ese nombre.

 La hoguera de San Juan se enmarca dentro de las celebraciones que tienen como centro el solsticio estival y constituyen el comienzo de un tiempo fundamental para la subsistencia de las sociedades antiguas y modernas, puesto que es el momento de la recolección de las cosechas. El fuego es un elemento purificador, liberador y regenerador, desde antiguo se apelaba a él para librase de numerosos males, desde la brujería pasando por los malos espíritus hasta las plagas sobre las cosechas. También posee el fuego la facultad de ahuyentar al rayo, el granizo o las tormentas, como vemos son en ocasiones los propios elementos los que se creen de utilidad para librarse de otros fenómenos. Las ramas quemadas en los festivales de fuego se solían guardar en las casas, al creerse que se preservaba así al hogar del poder destructivo de las llamas. Cuando en los diversos lugares de Europa aparecían epidemias que atacaban a los animales domésticos como la vaca, el caballo o el cerdo se encendían un tipo de fuegos que se denominan de auxilio. Son cuantiosos los pueblos que encienden hogueras y hacen pasar por delante de ellas a toda la cabaña del pueblo, en un afán purificador. Saltar sobre las hogueras, pisar las cenizas aún candentes, danzar a su alrededor, hacer pasar junto a ellas a la cabaña o llevar el fuego por los campos de cultivo del pueblo para purificar la cosecha, son prácticas que aún hoy se conservan en ciertas zonas europeas, el sol de San Juan quita el reúma y alivia el mal. En la noche de San Juan se intenta que el sol brille con fuerza durante la estación que comienza para facilitar la maduración de los frutos y la recogida fructífera de las cosechas. Es, por tanto, el astro el principal protagonista.

 Durante el desarrollo de esta fiesta se aprovechaba para cortejar a las mozas de cada uno de los pueblos, pues existía la costumbre de enramar, colocar ramas de chopo o aliso de bella estampa en la ventana de aquella moza que se quería honrar, siendo interesantes las disputas entre las jóvenes por quién de ellas tenía el ramo más hermoso; además no termina ahí el ritual floral, sino que en el centro del pueblo se suele colocar un gran ramo o incluso un árbol. Pero en esta noche se ha de tener verdadero cuidado y no despertar las iras de los elementos.

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El protagonismo de los gitanos en la historia de la cultura española y andaluza, así como su situación actual en el contexto socioeconómico, interesan cada vez más, dentro y fuera de nuestro pais.

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