A solo ocho kilómetros del municipio sevillano de Villanueva del Río y Minas, se encuentra el paraje conocido hoy por Castillo de Mulva. Dos eruditos de la Academia de las Buenas Letras de Sevilla son quienes, en 1756, lo descubren con asombro, pues se encuentran ante restos de una poderosa ocupación romana. No será hasta 1957, año en que el Instituto Alemán de Madrid decide realizar una excavación para estudiar ese trozo de historia que revela la perfecta organización de la antigua ciudad que, en su primer periodo pre románico, data del siglo IV a.n.e. y se continúa hasta la época de Augusto. En la época romana se hace un contrato de patronazgo, que aparece en una placa de bronce (Tésera de Hospitalidad), que los Muniguenses realizan con Augusto, por medio del Questor Prospector Sexto Curvio Silvino. El emperador César Augusto Vespasiano (69-79 d.n.e.) la designa Municipio, siendo administrativamente muy importante, y pasa a llamarse Municipio Flavio Muniguense.

El período más floreciente de la ciudad abarca el final del siglo II y el siglo III. En el siglo IV comienza a decaer.

En la parte superior del yacimiento se encuentran los restos del Santuario, que originariamente estaba recubierto de mármol. Su orientación es Este- Oeste. En el solsticio de verano el primer rayo de sol entraba por el centro y por una puerta iluminaba la imagen de la deidad que estaba en la hornacina central. Son siete hornacinas, la del centro y tres a cada lado, donde habría otras tantas deidades. A este Santuario o templo mayor se accede por dos rampas laterales.

En la terraza intermedia, sin quitarle vista al Santuario, se encuentra, en un lateral, un altar dedicado al Dios Mercurio. Según los investigadores se trata del templo de Mercurio mejor conservado de España, porque se mantiene la mesa de ofrendas, la base de una de las columnas, una columna completa de granito, los capiteles y el frontispicio. La mesa de ofrendas es notoriamente grande con relación al templo.

Siendo Hermes-Mercurio Dios del comercio, las comunicaciones y los cruces, se observa en la planta del conjunto de las ruinas, que el templo se encuentra junto al foro, centro de la villa, en la segunda terraza y junto a la calzada romana que da paso al santuario.

El culto al Dios Mercurio fue relevante, puesto que Munigua se relacionaba comercialmente con otros municipios como el de Carmona, Cástulo o Itálica. Del templo de Mercurio solo se ha encontrado una lápida, que se puede ver en el Museo Arqueológico de Sevilla, por lo que se sabe que estaba destinado a esta deidad. Se cree que fue construido en el siglo I por Liberto Ferroni como un exvoto.

En la parte baja del yacimiento se encuentra el poblado y las termas, estas últimas también en muy buen estado de conservación.

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