Procusto, mesonero de Eleusis de enorme estatura y prodigiosa fuerza, atraía a su posada a los viajantes a los que, tras atarlos a un lecho de hierro, les cortaba las piernas si sobresalían del mismo o las estiraba en caso de que quedaran cortas. Un ejemplo de como la igualdad mal comprendida puede ser tan dañina como absurda. La salud, la justicia y la equidad de una sociedad deben apoyarse en el respeto a las diferencias sin permitir jamás que estas sean causa de discriminación. A cargo de: Antonio Martínez-Única López