Durante los últimos momentos del Renacimiento y los primeros del Barroco, gracias al resurgir del estoicismo, el núcleo del debate moral se centró en la dicotomía del gobierno de sí mismo (moral estoica) como condición necesaria, más no suficiente, para el gobierno de los otros (política del Barroco). Este planteamiento está muy bien recogido en los cuadros de filósofos de Ribera o en “Los borrachos” de Velázquez.
A cargo de Lisardo García.