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El boulevard popularmente conocido por los granadinos como “El Salón”, comprende realmente los llamados paseo del Salón y de la Bomba...

... El paseo del Salón debe su nombre a los términos franceses “Salle de Sejour” –Sala de descanso-, mientras que el paseo de la Bomba debe el suyo a una “fuente” existente en sus jardines cuyo saltador central tiene forma de tal artefacto, similar a una mina marítima explosiva.

Hay constancia de que en 1612 fue plantada en este lugar una frondosa alameda, que todavía puede apreciarse en grabados de la época y en un lienzo existente en el palacio Arzobispal de Granada, obra de Juan de Sabis de 1636. Este paseo junto al Genil fue reordenado nuevamente en 1715, y posteriormente, a principios del siglo XIX, momento hasta el cual, ambos paseos permanecieron unidos. Fue durante la invasión napoleónica cuando en las laderas del río, cuyo cauce se extendía en aquella época hasta el lugar donde hoy están las casas de la margen izquierda, se proyectaron los primeros jardines de estos paseos. Toda la ribera derecha del Genil por este lugar del Salón era recorrida por un estrecho corredor que servía de paso, llamado antiguamente acera de los Lecheros y con posterioridad, debido a que las casas que en ella se hicieron a mediados del siglo XIX lo fueron mediante financiación de una entidad de crédito, se le llamó también acera del Banco o banco del Salón, casas de las que todavía queda alguna. Los actuales paseos y jardines proceden prácticamente de la remodelación realizada entre 1823 y 1830, con las modificaciones efectuadas a finales del pasado siglo. También en 1981 y en 1986 estos bellos paseos fueron nuevamente adecentados, colocándoseles nuevas farolas, bancos, arreglándose su pavimentación y siendo restaurado el famoso quiosco de la música, con lo que se les devolvió en gran parte, el ambiente decimonónico que con el transcurso de los años habían perdido, muy especialmente por ser un espacio muy castigado durante las fiestas del Corpus, pues en él se ubicaba el ferial, lo que es demostrativo de ser este paseo uno de los espacios centrales en la vida de Granada; no en vano es de recordar también como el Salón fue uno de los lugares centrales durante los fastos de la Coronación de Zorrilla, en junio de 1889.

Desde sus más remotos orígenes estos paseos del Salón y de la Bomba estuvieron adornados por numerosas fuentes, destacando entre ellas la de los Gigantones que, procedente del convento de San Agustín, estuvo al principio del Salón hasta el 1892 en que fuera trasladada al final del paseo de la Bomba para colocar en su lugar el monumento a Isabel la Católica conmemorativo del IV centenario del Descubrimiento, el cual desde 1962, está en la plaza que lleva su nombre, junto a la calle Reyes Católicos; la fuente de los Gigantones desde 1940 está en la plaza de Bib-Rambla, donde fue llevada para ocupar el espacio dejado por la estatua de Fray Luis de Granada, desplazada a su vez, a la placeta de Santo Domingo, donde actualmente se encuentra.

Destacable por su belleza es otra de las fuentes de este paseo del Salón la que, procedente del claustro del convento de Santa Cruz la Real, está situada frente a la entrada de la “terraza de las Titas”; realizada en piedra de Sierra Elvira y con una escalinata nos acerca hasta su pila, sobre la que cuatro leones entorno a su vistoso eje central, apean la taza superior, que está coronada por una figura mitológica realizada en mármol blanco. Desde aquí y hasta el inicio de la carretera de la Sierra, discurre el paseo de la Bomba, en cuyo inicio, unos columpios hacen las delicias de los más pequeños. Su lateral izquierdo, donde existen bellísimas casas y palacetes como el del Vizconde de Escoriaza o el de la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía que fue el antiguo Colegio Alemán, era antaño la famosa huerta de la Zafanía, situada extramuros de la ciudad medieval, en la que fueron hallados importantes restos funerarios de época romana.

Por su parte, el lateral izquierdo de estos paseos del Salón y la Bomba, el cual discurre paralelo al cauce del río Genil que a su paso por la ciudad fue embalsado en 1994 con ocasión de los preparativos del Mundial de Esquí Alpino de 1995, está ocupado por los populares Jardines del Salón, así llamados grosso modo a los que se extienden desde el puente Genil hasta el puente Verde. Estos jardines albergan significativos monumentos de la historia local de Granada, como la Biblioteca Pública realizada en 1917 como pabellón del Liceo Artístico por el arquitecto Ángel Casas, la portada de entrada del bar Las Titas con sus leoncillos con escudos de la ciudad, el monumento erigido al Duque de San Pedro de Galatino por el Centro Artístico, en 1923 obra del escultor Pablo Loyzaga, la fuente de la Bomba que da nombre a todo el lugar, el monumento a Francisco de Paula Valladar y Serrano y la romántica fuente de la Ninfa, legados todos ellos de nuestro pasado reciente, que es obligado visitar.

Al final del paseo de la Bomba, importantes lugares y caminos convergen y parten; por la izquierda, coronada por el barranco del Abogado y el carmen de los Mártires, asciende la bellísima cuesta de los molinos donde viviera nuestro insigne Ángel Ganivet en la casa-molino propiedad de sus padres y en la que la Diputación Provincial instaló el Centro de Estudios Etnológicos que lleva su nombre. En la encrucijada con la carretera de la Sierra hallaremos una máquina de vapor proveniente de la azucarera La Vega de Atarfe, que fuera donada por la Caja General de Ahorros y ubicada aquí en 1986 por iniciativa de Miguel Jiménez Yanguas, en recuerdo de Juan López-Rubio y Juan Creus y Manso fundadores de la primera fábrica de azúcar de España, el llamado Ingenio de San Juan, en 1882, habiendo sido elegido este sitio por haber existido en él hasta 1928 la Azucarera de San José; también a la entrada de la carretera de la Sierra, unos jardines que recuerdan el patio de la Alberca del Generalife, han venido a sustituir a la desafortunada Cruz de los Caídos erigida en 1938 por el Ayuntamiento de la ciudad; al otro lado de la carretera, las tapias de la que fue escuela taller Quinta Alegre, ocultan los restos casi imperceptibles de las cocheras del Tranvía de Sierra Nevada, donde reposan los últimos vestigios del tristemente desaparecido ferrocarril de montaña y que aún podremos admirar si entramos por la calle Cortichuela, que conduce directamente al lugar que ocupara la también desaparecida Fundición Castaños; y finalmente hacia la derecha, dando paso a la Pajuana, la Quinta, la Bola de Oro, los Rebites, el camino de los Neveros, los lejanos llanos de Cajar, a la Vega, los Basilios y tantos otros lugares, está el puente Verde, así llamado por existir en su día uno de madera pintada en ese color y que fuera sustituido por el actual, construido en 1810 por mandato del General francés Horacio Sebastián, para lo que fue demolida la torre del monasterio de San Jerónimo.

Miscelánea de Granada
C.G.

 

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