Hasta hace poco tiempo todas las tesis oficiales sobre el palacio de los Leones lo interpretaban como la residencia privada de los monarcas nazaritas.
Sin embargo, aquellas tesis no acababan de resolver la totalidad de las preguntas que suscitaba la coexistencia en el tiempo de ambos palacios, dada la duplicidad de muchos de sus elementos y funciones, lo que no dejaba de ser un problema resuelto de modo inseguro, un enigma que preocupaba siempre a los estudiosos del monumento. El reciente descubrimiento en la Sala de Dos Hermanas de un poema de Ibn al-Jatib borrado y sustituido por otro de sus discípulo y perseguidor Ibn Zamrak, ha arrojado luz definitiva sobre este enigmático y maravilloso palacio, invirtiendo todas las posiciones científicas tradicionalmente estables formuladas a propósito de la naturaleza de estas dependencias palaciegas. En efecto, los trabajos del estudioso marroquí Saadía Faaghia realizados sobre el manuscrito de Ibn al-Jatib conservado en El Cairo han arrojado la conclusión rotunda de que la Sala de Dos Hermanas fue el nuevo Mexwar de Muhammad V, -quien mandara construir este palacio-, y el mirador de Daraxa el lugar de ubicación de su trono. Asimismo, atendiendo al año de la hégira en que Ibn al-Jatib fecha su poema, correspondiente a 1362 de la era cristiana, obliga a modificar la cronología del palacio, debiendo fechase su construcción antes de 1359, es decir, durante la primera época en que Muhammad V es Sultán de Granada y no en 1370 como venía señalándose hasta ahora. Los trabajos de Faaghia sobre la obra de Ibn al-Jatib permiten, por tanto, afirmar el desvanecimiento de la tradicional distinción entre palacio oficial y palacio privado, establecida entre los palacios de Comares y de los Leones, lo que parece más acorde con la tradicional voluntad de los monarcas nazaríes al edificar su nueva residencia. Así, si Yusuf I mandó construir su propio palacio, lo mismo cabe decir que hizo su hijo y sucesor Muhammad V, y de este modo si Yusuf recibía en el Salón de Embajadores y tenía su trono en la alcoba central del lado Norte del torreón de Comares, la Sala de Dos Hermanas y el Mirador de Daraxa prestaban el mismo cometido a Muhammad, por lo que cabe también la conclusión de que ambos palacios tuvieron carácter oficial a un mismo tiempo. Actualmente, se entra al palacio de los Leones por el palacio de Comares y no por su entrada original que estuvo situada en el ángulo suroeste del mismo. Esta circunstancia desvirtúa la vista, porque la entrada primitiva a la que falta la portada exterior y la mitad del pasadizo en recodo, confería una interpretación distinta de estas estancias áulicas del patio de los Leones. Originalmente el acceso se efectuaba por el ángulo sur occidental, por lo que la primera visión de patio era plenamente diagonal, según la estética islámica, por lo que este pórtico presentaba enfatizados los elementos compositivos y decorativos del patio. Es precisamente desde esta primera panorámica del patio de los Leones, desde donde puede observarse su complicación constructiva y su simulación figurativa con un inmenso oasis realizado en piedra como destacaron Leopoldo Torres Balbás y Prieto Moreno. El palacio de los Leones se dispone entorno a un patio rectangular que presenta la innovación fundamental de que sus lados largos aparecen porticados al igual que los lados cortos, a diferencia de lo que ocurre habitualmente en el arte nazarí, que realiza pórticos únicamente en los lados menores de los patios. Estos lados mayores están dispuestos a modo de andenes por donde deambular a lo largo de toda su extensión, estando practicados a base de arcos peraltados, elevados sobre 124 columnas de mármol, distribuidas con un ritmo matemático; todos los laterales están recorridos por canalillos de agua que se cruzan en el centro del patio, en la fuente, dando lugar así a la aparición de cuatro rectángulos dedicados a jardín, sacrificados actualmente por las exigencias del turismo. En los lados menores avanzan airosos pabellones abiertos con arcos de mocárabes y cubiertos por bellísimas armaduras de madera en forma de media naranja, que crean un sutil transición entre la arquitectura y el jardín, de modo que no existe límite preciso entre ambos. Cuatro salas rodean el patio. En el lado oeste encontramos la Sala de los Mocárabes que servía de lugar de acceso a conjunto de palacio y que es la más deteriorada. Recibe este nombre de la bóveda con que estaba cubierta, de la que únicamente se conservan algunos de sus arranques, al haber sido destruida por la explosión de un polvorín en el año 1590. En la actualidad se encuentra cubierta parcialmente por otra realizada durante el reinado de Felipe IV, de estilo barroco, en la que se ve las iniciales F e Y correspondientes a los monarcas de la época. En el lado sur, se encuentra la Sala de Abencerrajes que, a pesar de las opiniones tradicionales, los recientes descubrimientos han revelado que era utilizada para los actos festivos del Sultán durante el invierno. La Sala de Abencerrajes tiene una vivienda superior, que no se puede visitar, en donde se encuentra el recoleto patio del Harén, una de las más bellas dependencias de todo el recinto alhambreño, además de ser el único patio elevado existente en el conjunto. Por lo demás la sala se cubre con una maravillosa bóveda de mocárabes de planta estrellada de una complejidad constructiva asombrosa. El nombre de la sala le fue otorgado después de ser decapitado en ella, por razón de una conspiración, el jefe de la familia de los Banu Sarrach –conocida como la de los Abencerrajes- por mandato del Rey Muhammad IX, y varios más de dichas familias quien paradójicamente también moriría degollado en la misma sala. En el lado este se halla la Sala de los Reyes que, por su carácter abierto, se piensa recientemente que fue la gran estancia para las fiestas de verano y no las dependencias y alcobas personales de los monarcas como tradicionalmente se ha venido manteniendo, las cuales se encontrarían en otros lugares más íntimos y privados. El espacio de este conjunto alargado de dependencias se encuentra sabiamente compartido a base de tramos cuadrados, unos abiertos al patio y otros cerrados o bloqueados, de modo que crean una atmósfera iluminada a base de claro oscuros. Los tramos cuadrados aparecen separados por arcos apuntados de mocárabes de magnífica belleza y armonía. Al fondo de estos espacios cuadrados abiertos se encuentran tres alcobas cubiertas con techos de pequeñas bóvedas de madera cubiertas de cuero sobre los que fueron practicadas pinturas al temple en estilo gótico lineal tardío y que pueden ser fechadas entorno al año 1380, realizadas por algún pintor que observó muy detenidamente el modo de vida de la corte nazarí. En opinión de Jesús Bermúdez Pareja estas pinturas corroboran el profundo influjo de la España Cristiana en el reino de Granada, incluso sobre los propios sultanes, en cuya indumentaria se aprecian elementos típicamente cristianos. Influencia que se puede constatar en otros elementos decorativos de la Sala de los Reyes, como en la decoración floral de las albanegas de los arcos de mocárabes que cercenan el espacio rectangular, en las que pueden verse trabajos salidos de las manos de los mudéjares toledanos, en opinión de algún autor. Finalmente, en lado norte se encuentra la importante Sala de Dos Hermanas, el nuevo Mexwar de Muhammad V, que precede a la Sala de los Ajimeces y al Mirador de Daraxa en el que este sultán ubicaba su trono sumido en un caleidoscopio de luces y con la ciudad al fondo. El nombre de “Dos Hermanas”, a pesar de que durante muchísimo tiempo se pensó que era de origen cristiano por mor de una leyenda acontecida en el lugar, se sabe por un poema de Ibn al-Jatib que su nombre es realmente de origen nazarí, aludiendo a las dos grandísimas losas gemelas de mármol blanco que cubren gran parte de la estancia. En esta se encuentra la más exuberante decoración del conjunto al igual que la de los Abencerrajes, dispone de alcobas laterales –en la que la izquierda fue perforada para dar paso hacia las dependencias construidas en el siglo XVI por Carlos V- y de una vivienda superior cerrada por maravillosas celosías de madera. La estancia se cubre con una portentosa cúpula de mocárabes de planta octogonal, magistral y suntuosa, al igual que la de Abencerrajes. Bajo el Mirador de Daraxa, se extiende el jardín del mismo nombre, recoleto, tristón y algo mustio, resultado de la construcción de las dependencias del siglo XVI, que supuso privar de la vista y de parte de su misteriosa aureola al Mirador de Daraxa. C.G.Miscelánea de Granada