Sin lugar a dudas, el Corral del Carbón o Alhóndiga Yidida es uno de los monumentos más importantes que tiene Granada.
Está situado en la calle Mariana Pineda y hasta él puede llegarse directamente por la calle Puente del Carbón. El qantarat Yidida o Puente Nuevo, que posteriormente en época cristiana se llamó Puente del Carbón, unía este importante edificio comercial, por encima del río Darro, con el núcleo mercantil de la cercana alcaicería.
El nombre de Corral del Carbón, fue dado a esta antigua alhóndiga, tras la Reconquista, por haber sido este el lugar destinado al alojamiento de los comerciantes del carbón, por estar cerca el peso del carbón.
Las alhóndigas eran edificios públicos destinados a albergar a los comerciantes y sus productos, así como a guardar cereales provenientes de fuera de la ciudad para ser subastados. Muy extendidos por Oriente, especialmente a todo lo largo de las grandes vías comerciales, como la Ruta de la Seda, tenían distinta denominación según que se encontrasen en las ciudades o en medio de las rutas comerciales, alejados de los núcleos de población.
Así, los caravansares o caravanserrallos islámicos se encontraban situados en medio de los caminos, continuando la antigua tradición de otros edificios aún más antiguos construidos a intervalos fijos en medio de las rutas que pasaban por regiones deshabitadas. En cambio, los edificios situados en las poblaciones eran conocidos en África por el nombre de jans y en Asia por al-funduq. Estos edificios eran siempre del monarca, eran como diríamos en la actualidad, explotándose en régimen de concesión, a través de la figura de los wakf.
En Granada existieron otros importantes jans, como la Alhóndiga del Trigo, en donde está el actual edificio del Suizo, la Alhóndiga de los Genoveses, que subsistió hasta la década de los años cuarenta de este siglo como cárcel de la ciudad, y otros más pequeños diseminados por la ciudad, especialmente en la zona del Zacatín y la Alcaicería.
En cambio, en otras importantes ciudades de la época no existieron o lo hicieron en un menor número que en Granada, lo que es revelador de la notable importancia comercial de nuestra ciudad, tanto durante el siglo XI, con la dinastía zirí, como entre los siglos XIII y XV, con la dinastía nazarí.
El destino de este edificio ha sido variado a lo largo del tiempo, pues sirvió de corral de comedias durante el siglo XVI y como casa de vecinos desde el siglo XVII.
Milagrosamente, este edificio del Corral del Carbón ha llegado hasta nuestros días casi intacto, habiéndose librado de ser demolido en varias ocasiones, la más decisiva en 1917, cuando el Ayuntamiento acordó derribarlo. En aquel momento el clamor ciudadano, encabezado por figuras como Gallego Burín o Torres Balbás hizo desistir de este intento al consistorio, siendo el edificio declarado Monumento Histórico Artístico mediante Real Orden de 27 de abril de 1918. En la actualidad, bien conservado, con la titularidad de la Junta de Andalucía, está dedicado a espacio cultural y turístico.
El edificio fue levantado en el siglo XIV. Su planta es cuadrada con un patio central rodeado por tres niveles de galerías, destacando en su construcción un pórtico avanzado que sirve de portada, que es la parte más bella y monumental del edificio y una de las mejores muestras del arte nazarí.
Está formada por dos cuerpos enmarcados por pilarones de ladrillo, siendo el principal el más bajo, formado por un gran arco de herradura de diez metros de altura que centra todo el conjunto. Este arco tiene un intradós lobulado, hecho con lacería y una bellísima labor de atauriques en sus enjutas, sobre el que descansa un friso con una inscripción en caracteres cúficos que proclama el monoteísmo del islam, en la que puede leerse: Dios es solo. No engendró ni ha sido engendrado, ni tiene compañero alguno. A su vez, sobre el dintel reposa el segundo cuerpo, en el que hay tres huecos: los laterales, con arcos decorativos con yesería de labor en rombos, y el central, ajimezado. Remata toda la portada un tejado con un alero de canecillos lisos.
El interior del pórtico tiene un vestíbulo cubierto con una bóveda de mocárabes y sendos asientos a cada lado. Inmediato a la puerta de entrada puede verse un ventanal que conserva restos de la celosía original, que da muestra, aún más si cabe, de la majestuosidad decorativa del arte nazarí.
A continuación se pasa al zaguán, con bellísimas zapatas y tableros de lazo delicadamente trabajados y en el que existen en sus costados inscripciones árabes de alabanza a Alá. Posteriormente se abre el patio, del que hemos hablado, de grandes dimensiones, circundado por tres niveles de galerías soportadas sobre toscos pilares de piedra, los de la planta baja, y de ladrillo los de las restantes.
A todo lo largo de estas galerías se reparten las pequeñas estancias y dependencias que servían de descanso a los viajeros y de almacenes, en las que solo son de destacar sus alfarjes planos que, afortunadamente, se han conservado intactos. El centro del patio está ocupado por una pila con dos caños, mitad fuente, mitad abrevadero, en la que yacen, tranquilas, las frías aguas de Granada. La pila es utilizada por los visitantes foráneos como “pozo de los deseos”, arrojando en ella sus monedas acompañadas de las más variopintas peticiones.Entre los distintos usos a que este singular edificio ha sido dedicado, es preciso no olvidar su uso regular y periódico como marco y escenario del Festival Internacional de Música y Danza y del Festival Internacional de Teatro.
C.G.Miscelánea de Granada