Ética, moral, normas de vida acatadas por la mayoría de las personas es algo que un sector de nuestra sociedad se plantea, discute y, podemos afirmar es causa de preocupación. No hay una escala de valores definida, universalizada y vivida por todos al margen de las que, por creencias personales, se acepten.
Este vacío social desconcierta y siembra inseguridad, nada es digno de respeto, ni personas, ni cosas, ni leyes, todo es trasgredido, en no pocas ocasiones, impunemente.
Con esto no pretendo afirmar que no existe nadie respetuoso y seguidor de unos valores éticos, pero sí considerar una visión ética limitada a la vida privada del individuo que libremente respeta y practica o simplemente defiende verbalmente pero en raras ocasiones le sirven para actuar.
No obstante aparece otro sector de la sociedad para el que cualquier norma ética generalizada es un atentado contra la libertad; la ética pasa a ser decididamente elección personal.
No estaría mal reflexionar sobre este dilema cotidiano con el que nos solemos encontrar. Para ello debemos clarificar qué vamos a entender por LIBERTAD y por ÉTICA.
Hablemos de libertad. Comencemos por recordar un fragmento de Libertad del texto El Profeta de Khalil Gibran:
“A las puertas de la ciudad y en vuestros hogares, os he visto prosternaros y adorar vuestra propia libertad,
Como esclavos que se humillan ante un tirano y le glorifican mientras éste le destruye.”
Poco más adelante continúa el poema:
“Seréis libres, en verdad, no cuando en vuestros días desaparezca la preocupación y en vuestras noches no haya un deseo ni un dolor,
Sino más bien, cuando estas cosas aprisionen vuestra vida y seáis capaces de elevaros sobre ellas, desnudos y sin trabas.”
Es la bella y real visión de una libertad interior de la que podemos ser dueños con un gran esfuerzo de conciencia y valoración objetiva de la realidad exterior e interior. Lo demás no es libertad.
No es libertad poder hacer lo que me apetece, es ser esclavo de deseos y pasiones. No es libertad desear posición y dinero, es ser esclavo de apariencia y poder. No es libertad pensar que sin las barreras externas de nuestra vida podríamos hacer cualquier cosa, es ser esclavo de las circunstancias.
La libertad nace en el conocimiento del sentido de la propia vida, del por qué y el para qué vivimos. Crece con el proyecto vital nacido de la profunda reflexión interior que incluye nuestra realidad exterior, nuestras circunstancias, nuestras cualidades, y nuestros límites, como medios y desafíos a afrontar para alcanzar la meta prefijada. Una meta trascendente de mejoramiento en la que fracasos y logros, materiales, personales o sociales, son meras “herramientas de trabajo” para madurar y colaborar solidariamente con los demás, que nos proporcionará felicidad, armonía y equilibrio.
Vayamos con la ética. Ética y moral, aunque etimológicamente son sinónimas: “ciencia de las costumbres”, en la realidad cotidiana se les reconoce matices diferentes. Mientras a la ética se la considera como la parte de la filosofía que estudia qué es el bien y qué el mal para el hombre, a la moral se le adjudica el campo del conocimiento de la conducta correcta y adecuada en lo personal y social.
Visto así, moral es algo ligado al momento presente, considerado desde un punto de vista cultural, necesariamente tendrá que ir cambiando con el tiempo, cosa desconcertante y causa de desorientación para aquella parte de la sociedad que echa de menos un eje de normas morales universalmente respetadas y estables. Efectivamente podemos constatar que el cambio ha sido demasiado rápido en las últimas décadas.
Sin embargo la ética es la parte de la filosofía que busca conocer el bien y el mal propio del hombre por su real naturaleza de ser humano. Eso no cambia, como no cambia la naturaleza esencial del hombre.
Aristóteles, en su “Ética a Nicómaco”, afirma:
“Por consiguiente, el bien propio del hombre es la actividad del alma dirigida por la virtud; y si hay muchas virtudes, dirigida por la más alta y la más perfecta de todas.”
“…los que obran bien son los únicos que pueden aspirar en la vida a la gloria y a la felicidad.”
“Así pues, las virtudes no existen en nosotros por la sola acción de la naturaleza, ni tampoco contra las leyes de la misma, sino que la naturaleza nos ha hecho susceptibles de ellas, y el hábito es el que las desenvuelve y las perfecciona en nosotros.”
“…en una palabra las cualidades solo provienen de la repetición frecuente de los mismos actos.”
Podemos concluir que la ética es cuestión de práctica consciente, cimentada en conocerse a sí mismo y en un proyecto vital orientado al crecimiento interior, la solidaridad con los demás y el respeto a la Naturaleza. Arduo trabajo que nos lleva a encontrar la felicidad, esa especial forma de felicidad y libertad que no se pierde de vista ni tan siquiera en los malos momentos.
M.E.L.A.