solsticio-de-invierno

Cuando escribo estas líneas estamos cerca de pasar el día más corto del año.

Aunque en nuestra bendita tierra el invierno es muy benigno, no por eso deja de mostrar su gélido rostro.


Hoy en día conocemos con mucha exactitud el fenómeno físico causante de las estaciones y su alternancia. Pero más allá del movimiento físico de la tierra alrededor del sol y la inclinación del eje terrestre, les invito a una reflexión sobre el simbolismo de los fenómenos en la Naturaleza y la visión mágica que de este fenómeno tuvieron otras civilizaciones.

De la misma forma que un vehículo no se mueve sin combustible, pero no es el combustible el que mueve el vehículo sino la voluntad del conductor, no basta con conocer la causa física de las cosas, es importante saber el porqué tratando de penetrar en el sentido profundo de los fenómenos.

Nuestra cultura no es la única en celebrar estas festividades. El 25 de diciembre celebramos el nacimiento de Jesucristo, pero los romanos el mismo día celebraban el nacimiento de Mitra, dios persa que las legiones romanas habían asimilado como culto propio. Por la misma época los egipcios celebraban el nacimiento de Horus. Tampoco es original del cristianismo la tradición de los San Juanes; en el solsticio de verano celebramos el santo de San Juan Bautista (concretamente el 24 de junio) y en su honor se encienden hogueras y se celebran ritos no siempre de origen cristiano; y el 27 de diciembre se celebra el otro San Juan, mucho menos conocido, San Juan Evangelista. Si traemos a la memoria el dios romano Jano, del cual recibe su nombre el primer mes del año, no es demasiado difícil reconocer en la tradición de los Juanes una cristianización del culto al Jano romano. No es casualidad que ambos San Juanes se celebren en los dos solsticios. Jano es el guardián de las puertas. Pero ¿qué tipo de puerta se abre en los dos solsticios?

Las culturas tradicionales consideraban al Ser Humano y a todo el Universo en evolución cíclica. Había momentos de máxima expansión de lo material y momentos de mayor expansión de lo espiritual. Veían en la alternancia del día y de la noche un pequeño ciclo, un ciclo mayor en las estaciones y en el viaje del Sol alrededor del zodíaco y consideraban que el hombre estaba inmerso en esos ciclos y que no era algo ajeno a ellos. Así, en el mayor momento de fuerza solar colocaban la puerta de los hombres, el solsticio de verano, la época de expansión y trabajo. Y en el solsticio de invierno, época en que los días son cada vez más cortos y parece que el sol va a morir, se abría la puerta de los Dioses, el momento en que el espíritu se manifiesta mágicamente y el sol de nuevo comienza a crecer. Son momentos de reflexión e interiorización de las ideas y de las experiencias que hemos tenido.

De ahí que en las proximidades de estas fechas dichas culturas festejaban el nacimiento de todos los salvadores, tales como Jesucristo, Mitra y demás enviados divinos, que surgen para hacer retroceder la maldad e instruir a la humanidad. No es casualidad que en estas fechas todos tengamos deseos de fraternidad y de paz entre todos los hombres. No es simplemente la historia de los evangelios o la compulsión comercial de unos grandes almacenes lo que nos hace tener deseos de ser mejores y de soñar para el nuevo año (un nuevo ciclo) proyectos e ideas que no siempre se realizan. Es el soplo de los Dioses, la puerta que se entreabre y que por un momento nos permite tomar contacto con todo lo bueno y santo que toda la Humanidad lleva dentro.
Unos pueden ver esta época como de celebraciones y de reuniones familiares no siempre deseadas, otros simplemente el movimiento de la Tierra alrededor del Sol y el ciclo físico de las estaciones. Sólo una visión profunda y filosófica de las cosas nos puede ayudar a penetran en el misterio que encierran y a ver a nuestro alrededor no una simple roca que viaja dando tumbos por el espacio, sino un Universo de Belleza Espiritual y verdaderamente humano. Sólo lo lograremos si entendemos la verdadera filosofía como Amor a la Sabiduría y no como una simple acumulación de datos académicos. En nuestra mano está.


Javier Ruiz

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