Este poblado es de la Baja Época Íbera (S. II a.C.) Está construido en lo alto del cerro, para aprovechar la estratigrafía natural. Esta situación servía de defensa y también tenían perfecta visibilidad. Su construcción se extiende sobre la ladera del Cerro de la Cruz. Es un poblado que no presenta muralla exterior, pero son los mismos muros de piedras de las casas del poblado, las que hacen las veces de muralla.

Los edificios públicos y los religiosos se encontraban en la acrópolis, que estaba en la parte más alta del poblado. Se calcula que este núcleo de población albergaría entre unos 1500 o 2000 habitantes.

Las características arquitectónicas son semejantes a otros poblados íberos. Son típicos los zócalos de piedras en las casas, en esta excavación se ven, arriba del zócalo, restos de muros de adobe y de ladrillos. En algunas casas se ven restos de una primera planta, esto hace que este poblado sea un caso único en España, al mantener estos restos de primera planta. Los techos están realizados con cañas y arcilla, apoyadas sobre tirantes de madera. Estos altillos o primera planta que se usaban para dormitorio, se apoyan sobre un pilar central.

En cuanto a donde hacían el fuego, puede ser dentro, puesto que usaban leña de encina, muy abundante en la zona y que tiene la peculiaridad de hacer poco humo, o bien se encendía afuera.

La vida se desarrollaba en la parte baja, y en la galería de entrada. Allí se han encontrado restos de telares donde se tejía, tinajas para los cereales y partes de molinos para moler el cereal, urnas con tapas dentadas para un perfecto encaje, etc. La mujer, en esta cultura, tuvo que tener posiblemente, un papel preponderante como centro de la familia y protectora del fuego del hogar.

El poblado está en parte reconstruido y excavado en un porcentaje muy bajo. En una de las casas se encuentran tres piedras en el suelo, que aún no han sido excavadas y que podrían ser enterramientos de niños, ya que se los enterraba dentro de las casas.

Se han encontrado esqueletos de 2,72 cm de altura, pese a que las puertas de las casas eran bastante más bajas.

En este poblado íbero se encuentra la reconstrucción de un horno cerámico de la época. Hornos que llegaban a una temperatura de 1300 grados. Con lo que le da a la cerámica una consistencia y durabilidad que en época romana se perdió.

Fuente: www.hermesinstitut.org

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