¿Cuál es tu Laberinto? Ese en el que sueles perderte. El Laberinto es un símbolo. Uno de los más conocidos. Pocos hay que no hayan oído hablar de Ariadna y del hilo que le da a Teseo. Es un mito que forma ya parte de la Humanidad. Valga este artículo como reflexión sobre cómo entenderlo y cómo aplicarlo a nuestra vida.

La palabra “mito” tiene muchos significados: cuento, leyenda..., también puede hacer referencia a un personaje famoso y valorado que destaca en algo, puede ser un relato con un fuerte matiz de irrealidad, en el que la verdad se mezcla con lo subjetivo, o incluso con lo inventado. Aquí vamos a usar esta palabra con un sentido diferente. Los mitos son narraciones maravillosas, fuera del tiempo, protagonizadas por personajes divinos o heroicos, que relatan acontecimientos importantes en la vida del ser humano: La vida, los retos a los que nos vemos enfrentados, la libertad...

Con vaivenes, (más en el Renacimiento y en el Romanticismo) siempre han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad, y sus símbolos han portado su mensaje a través de todas las épocas.

El mundo simbólico es inherente a la conciencia del ser humano. Es imposible de destruir. Es el lenguaje de los sueños, de la poesía y hasta de lo que hacemos sin darnos cuenta. Pueden cambiar las formas externas de esas historias para adaptarse a cada época pero el fenómeno seguirá existiendo. Y su esencia es la misma a lo largo del tiempo.

Los mitos también nos dan su mensaje portador de una sabiduría ancestral con un lenguaje de imágenes que trasciende lo racional y que se presta a muchas interpretaciones.

Como Joseph Campbel y Carl Jung descubrieron, son historias que con ligeras variaciones se repiten. Usan símbolos universales, que aparecen con formas similares, en culturas y pueblos muy alejados unos de otros, tanto en el espacio como en el tiempo.

Teseo enfrentado al Laberinto es uno de los mitos más conocidos. El héroe es Teseo y la prueba el Laberinto:

Minos era el hijo del rey de Creta y aunque no le correspondía gobernar por sucesión, deseaba hacerlo. Le pide a Poseidón, dios de las aguas, una señal que le indique que tiene su protección para ser el nuevo rey de Creta. Poseidón como señal, hizo salir de los mares un hermoso toro blanco que Minos prometió sacrificar cuando fuera rey. Pero el toro era tan maravilloso que no pudo hacerlo y sacrificó en su lugar otro animal, escondiendo al toro blanco entre sus rebaños. Poseidón, descubrió el engaño, e ideó una forma de castigar a Minos. Hizo que su esposa, Pasifae, se enamorara locamente del toro y tuviera la necesidad de yacer con él. De esta unión nació el Minotauro. Minos, horrorizado, encargó a su arquitecto Dédalo que construyera un lugar donde esconderlo. Y Dédalo construyó el Laberinto. El Minotauro sólo comía carne humana y cada año siete muchachas y siete muchachos atenienses eran enviados como tributo a Creta, que años atrás había vencido a Atenas. Eran introducidos en el Laberinto y sacrificados a la bestia. Pero un año, Teseo, hijo del rey de Atenas, se ofreció para ser uno de los muchachos entregados a Creta para ser sacrificados. Su intención era matar al Minotauro y liberar a su patria del pesado tributo. Teseo es el héroe que se enfrenta a una tarea descomunal. Cuando llega a Creta conoce a Ariadna, hija de Minos y se enamora de ella. Ariadna ayuda a Teseo. Le da su famoso hilo para que, si consigue matar al Minotauro, pueda salir del Laberinto. Teseo se enfrenta a la bestia y la mata, y gracias al hilo de Ariadna no se pierde y consigue volver.

Es normal encontrar en relatos como éste, tres mundos, tres lugares claramente diferenciados:

*La tierra o el mar, que es el reino de Poseidón. Es el plano medio.

*El Hades, el inframundo, lo subterráneo, lo oscuro y tenebroso, el Laberinto en este caso, donde está todo aquello que da miedo, donde bajan los héroes para vencerse o superar una prueba. Esta prueba simboliza una ruptura con el pasado, un aprendizaje que provoca un avance, es un paso necesario que te abre a una vida mejor y más plena.

*Y el cielo, donde viven los dioses.

El mundo está lleno de Laberintos, de antros y lugares oscuros, donde es fácil perderse, donde puede aparecer un Minotauro que será tu ruina. Lleno de situaciones confusas en las que tomar el camino adecuado se convierte en algo decisivo. Podemos interpretar, por tanto, esta historia en clave psicológica ya que en nuestro interior existen estos tres niveles también:

*La Tierra, que es la conciencia normal.

*El Hades, es el inconsciente, donde ocultamos lo que nos duele, lo que nos da miedo, lo que no queremos ver, lo que negamos reiteradamente ante el mundo y ante nosotros mismos. Es la parte a la que no tenemos acceso voluntario y que se expresa sin querer, sin que seamos conscientes de ello o haya una decisión voluntaria por nuestra parte.

*El Cielo es la parte más sabia, noble y superior en nosotros, a la que se accede tras ir superando las pruebas de la vida.

Para llegar hasta aquí es necesario preguntarse ¿Cuál es nuestro Minotauro? ¿Cuál es nuestro miedo fundamental? Ese tipo de preguntas que no solemos hacernos. ¿A qué le tememos más? ¿Qué deseamos realmente en la vida? Y sobre todo ¿Qué nos impide conseguirlo?

Borges, en su cuento corto “La Casa de Asterión” nos ofrece otra mirada sobre el Laberinto y sobre el monstruo que vive en él. En este relato el Minotauro es un ser que despierta ternura. Su misma diferencia, con la que nació y de la que no es culpable, le ha condenado a la soledad más dolorosa, y, aunque en esa enorme casa cambiante en la que vive ha ideado mil juegos para evadirla, sabe que no es posible. Desea ser matado, desea liberarse y encontrar tras la muerte un lugar más amable que el áspero y cambiante Laberinto en el que se ha visto obligado a vivir toda su vida. Por eso cuando Teseo le encuentra, no se resiste y se deja matar.

El monstruo a veces no es tal monstruo si miramos más a fondo, es sólo un ser que sufre y que no ha conseguido encontrar la salida a su sufrimiento. Esa parte existe en cada uno de nosotros, ahí está lo que nos hace raros, diferentes, a veces peligrosos, lo que nos aparta de los demás, lo que pugna por salir, por liberarse de las mil ataduras con las que la vida nos aprisiona, que lucha como fiera por resolver su herida. Y sin embargo no puede. Y espera con resignación que aparezca alguien o algo, un Teseo adecuado y le libere.

El mensaje es sencillo: “Baja a tu interior, atrévete a buscar y mirar lo que te da tanto miedo, lo que no quieres ver, resuélvelo, busca algo a lo que agarrarte, un hilo que te ayude a salir y luego vuelve a la vida normal.” Esta es la prueba, y es diferente para cada uno de nosotros.

Esta liberación interior tiene una trascendencia absoluta, no sólo nos lleva a ser más felices, a superarnos continuamente, sino a un profundo autoconocimiento que es el único camino a una verdadera libertad, porque la libertad no nos la puede dar nadie, es una conquista personal.

La sociedad ya no tiene leyes restrictivas, ahora son nuestras tendencias arraigadas, nuestras carencias, nuestros hábitos, el miedo que nos impide ser tal y cual somos, nuestro Minotauro particular a vencer. Luchar contra el monstruo que hay en cada uno de nosotros es el único modo que realmente tenemos de hacer un mundo mejor. Desde antiguo nos acompaña la famosa máxima “Conócete a ti mismo”. Ya Platón exhortaba a conocerse y gobernarse interiormente con equidad. “Nada cambia si tú no cambias”. El verdadero cambio personal, social y político es el cambio de los individuos. El avance real y determinante, si queremos un mundo de otro tipo, no es el avance tecnológico, es el avance de la conciencia, ya que las relaciones que establecemos entre nosotros y las sociedades que creamos no son más que el reflejo del tipo de seres humanos que somos.

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